Pienso hacer batalla, y quitarles las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
Este extracto del capítulo octavo de las hazañas de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en la que se narra el buen suceso que el valeroso caballero tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, bien pudiera ser revivido en nuestros días en que no son molinos de vientos sino bancos; mire vuesa merced, respondió Sancho, que aquellos que por doquier aparecen no son gigantes, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas de viento, hacen peligrar la piedra del molino.
Bien pudieran ser los molinos, la Constitución, la democracia, la sociedad. La piedra, los ciudadanos. El viento, las circunstancias. Las aspas las leyes. Los gigantes el Fondo Monetario Internacional, la Comunidad Económica Europea, Los bancos, Fondos de Inversión, la Bolsa, los paraísos fiscales.
Tan sólo habría que definir a los Molineros, a los que no se hace mención, acaso sean, no todos, los políticos. Y al dinero que en realidad es el trigo.
Madrid, 12 de diciembre de 2013
Pedro Moreno Parrina